La llegada de la primavera es sinónimo de buen tiempo, de sol o de días más largos. Sin embargo, esta estación del año pone en alerta a los alérgicos al polen, especialmente. Algunos de los principales síntomas son tener los ojos rojos y llorosos o mocos.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic) ha advertido sobre los efectos del cambio climático y la contaminación, en particular en lo que respecta a los aumentos en enfermedades alérgicas.
Las altas temperaturas, la escasez de agua y la contaminación influyen en el nivel de polen, así como en la duración y agresividad a su exposición, lo que provoca periodos más largos de síntomas alérgicos e incluso en la aparición de nuevos pólenes en áreas que antes no estaban afectadas.
Además, este año se ha dado un problema adicional: la elevada presencia de virus respiratorios, al comienzo de la primavera, que no se habían observado en temporadas anteriores. Esta segunda ola de gripe podría ser dañina para quienes padecen alergias, ya que sus membranas mucosas se vuelven más reactivas e inflamadas, lo que aumenta la susceptibilidad a los pólenes y alérgenos.
Por su parte, los especialistas han solicitado la implicación de los alérgicos, instándoles a no dejar para el último momento el acudir al médico y a seguir las previsiones de pólenes a diario.
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