En vísperas de su 94º cumpleaños, Anita Sirgo, nacida en Lada, Langreo, deja tras de sí un legado de lucha y resistencia. La represión de la dictadura marcó su vida y la de su familia tras la Guerra Civil. Su padre, miembro de la guerrilla comunista, fue asesinado en 1947, y su madre encarcelada. Anita, con tan solo 12 años y sin haber asistido a la escuela, experimentó el mismo destino por ayudar a los guerrilleros.

Unida en matrimonio con Alfredo Braña, un trabajador de las minas, Anita jugó un papel crucial en las huelgas mineras de 1962, que afectaron a varios sectores. Destacó como una de las líderes de las 40 mujeres que se encerraron en la Catedral de Oviedo, una acción que buscaba mejorar las condiciones de los mineros. Este acto, que contó con el apoyo del movimiento obrero europeo, atrajo la atención internacional hacia la dictadura de Franco. Después del encierro, Anita fue detenida y sufrió torturas y maltratos, perdiendo la audición en un oído.

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