“Asturias, cuna y crisol de la reconquista hispánica, ha dado al mundo tres cosas arcaicas y divinamente misteriosas: sus iglesias prerrománicas, el bable y su cocina sin par”. Este es el comienzo de la obra ‘El libro de la cocina española’, de Néstor Luján y Juan Perucho, donde se nos desgrana infinidad de manjares y platos típicos de la cultura gastronómica nacional. En sus paginas no faltan la fabada, el cabrales o, por supuesto, el pote.
El pote asturiano, el pote de berzas y el potaje de berzas son, según el Diccionario de Cocina y Gastronomía de Asturias, de Eduardo Méndez Riestra. Un manjar antiquísimo que ha sido adaptado a los productos del occidente de Asturias: berzas, nabos, fabas, repollo, castañas (con su cambio posterior a patatas) y los diferentes productos obtenidos de la matanza del cerdo: chorizo, morcilla, tocino, oreja, rabo, etc.
La receta cambia según quien la realice, pero como el buen dicho popular señala “para el pote asturiano: berzas muchas, fabas pocas y patatas ni muchas ni pocas”. Hay quien defiende que la fabada, en realidad, es una descendiente (sin berzas) de este plato.
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